Acompañamos al Cristo de los Gitanos y a la Virgen de la Consolación hasta la cuesta del Chapiz, pasando por el Paseo de los Tristes desde la Gran Vía de Colón.
Entre vítores, aplausos y saetas llegamos hasta el momunmento del gitano. Pensar en la dificultad que conlleva el atravesar esas calles que conducen al Sacromonte, sólo puede estar motivada por la gran devoción que tienen por estos pasos de Semana Santa.
Uno de los trayectos más impresionantes es el de la subida de la cuesta del Chapiz. Su gran pendiente obliga a ralentizar el ritmo, acelerándolo de repente animado por el ritmo de la música. Es de admiración el esfuerzo y la sincronización de los costaleros. Es un momento de gran tensión por el gran peso que soportan. El capataz y los contraguías van marcha atrás dirigiendoles de una manera firme y concisa. Su labor es muy importante, una mala orden puede ser fatal.
Merece la pena verlo. Si no habéis tenido ocasión de vivirlo en persona, aquí tenéis una muestra de nuestra experiencia. Espero que la disfrutéis y podás captar la sensación que os hemos descrito.
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